Hurlingham enfrenta una alarmante crisis sanitaria que podría desembocar en un colapso total del sistema de salud municipal. La situación es crítica: los médicos de los Centros de Salud y del Hospital San Bernardino de Siena están renunciando en masa, agotados por los sueldos miserables y la gestión inepta del intendente Damián Selci, apadrinado por La Cámpora, y del secretario de Salud, Oscar Trotta, cuyo nombre es sinónimo de corrupción.
Trotta, quien enfrenta denuncias por corrupción y desigualdad salarial durante su gestión en el Hospital Garrahan, prometió a los profesionales de la salud un aumento de sueldo. Sin embargo, la oferta que no se concretó incluía una reducción de horas, con lo cual el supuesto aumento quedaría en la nada.
La rebelión de los médicos se da ante la maniobra para “acomodar” a allegados de La Cámpora en puestos clave. Los médicos, indignados, se negaron a firmar la reducción horaria y Silvia Severino, directora del San Bernardino de Siena, emitió un comunicado amenazando con no pagarles si no cumplían con un horario estricto. Todo por salarios que apenas superan los $200.000 mensuales, una cifra que, en comparación con el costo de vida actual, resulta insultante.
El impacto de esta crisis es devastador. Los profesionales de la salud que aún permanecen en sus puestos, trabajan bajo una presión insoportable y con el temor constante de que el sistema de salud colapse por completo. Mientras tanto, Selci y La Cámpora parecen más preocupados en mantener su estructura de poder que en resolver los problemas urgentes del distrito.
Los vecinos de Hurlingham, que dependen de estos servicios de salud pública, están siendo traicionados una vez más por aquellos que deberían protegerla. Anteriormente, Selci había prometido un Hospital de PAMI que nunca terminó y la salud de miles de vecinos sigue en juego.
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