La Cámpora protege los negocios de Martín Insaurralde.

La ansiedad de protagonismo suele ser mala consejera, aunque se disfrace de buenas intenciones. Es lo que acaba de hacer Damián Selci, el intendente de Hurlingham, que por jugar a la política se prestó, una vez más, al juego de su jefe Máximo Kirchner, desgastando al gobernador Axel Kicillof.

Selci, que todavía aparece en fotos con el “rey del juego” Martín Insaurralde, eyectado del gobierno apenas Kicillof vio las imágenes de lujo en un súper yate en las costas de Marbella, Francia.

Por ese entonces, la sociedad Máximo-Insaurralde era perfecta: el ex alcalde de Lomas de Zamora le acercaba intendentes al armado del jefe de La Cámpora y el hijo pródigo de dos presidentes arrimaba fortunas en publicidad para instalar candidatos , con las cajas de YPF, ANSES y PAMI.

Los “negocios del juego” de Insaurralde siguen intactos y en ese oscuro juego de La Cámpora está la movida política que Selci armó en su distrito.

Ahora Selci, que en su costosísima campaña, que la justicia investiga, prometió a los jubilados de Hurlingham un hospital gigantesco que terminó en unos pocos consultorios externos, devuelve favores y arma una ordenanza para “proteger” a los niños de la ludopatía.

Mientras Kicillof les marca la cancha a los juegos de apuestas ilegales, Máximo Kirchner lo “usa” a Selci para lo único que siempre hizo como jefe camporista: destrozar toda intención política de futuro, aunque con ello se pierdan las elecciones y los Milei gobiernen la Argentina.

Siempre se trata de preservar los negocios de los socios antes que atender los problemas de la gente. El juego del perro que al final, solo se muerde la cola.