En 1996, cuando se conocieron los resultados de las elecciones en España, el entonces vicepresidente del Gobierno, el socialista Alfonso Guerra definió a los resultados con la siguiente frase: “Nunca una victoria fue tan amarga y una derrota tan dulce”, y pretendía explicar que si bien su partido había sido derrotado por el Partido Popular, liderado por José María Aznar, por poco más de uno por ciento (38,79 por ciento a 37,63 por ciento), frente a los 14 puntos de diferencia que auguraban las encuestas, tras catorce años de gobierno socialista, la definición de Guerra era muy acertada.
La misma frase podría aplicarse para explicar los resultados locales de los comicios de este domingo, con el escrutinio provisorio del 97,54 por ciento de las mesas electorales del Distrito. Ganó Juntos, eso es claro, pues obtuvo el 40,39 por ciento del total de votos, como también ganó Cambiemos cuatro años atrás con el 36,40 por ciento de los votos. La diferencia es que entonces lo que actualmente es el Frente de Todos, había ido fragmentado en tres sectores que en total obtuvo el 54,66 por ciento de los votos y este domingo alcanzó apenas el 34,49 por ciento de los sufragios.
Sin embargo, el triunfo no es tan dulce como lo imaginaban desde la oposición, puesto que apuntaban a tener mayoría en el Concejo Deliberante, y ni siquiera llegaron a igualar la cantidad de concejales en el recinto. Los resultados provisorios arrojan que el Frente de Todos perdería un edil y Juntos ganaría un escaño. En consecuencia, el oficialismo quedaría con once concejales y la oposición con nueve.
En definitiva, ayer hubo un fuerte llamado de atención para el oficialismo, pero, paradojalmente, quien más festejó en relación a lo que muchos imaginaban y vaticinaban, fue el intendente Osvaldo Cáffaro. Ya lo dijo Guerra, “nunca una victoria fue tan amarga y una derrota tan dulce”. En 1890, el entonces senador Manuel Pizarro dijo en relación al movimiento cívico encabezado por Leandro Alem que: “La revolución está vencida, pero el gobierno está muerto”, parafraseándolo, podemos decir: “La elección está perdida, pero el gobierno está vivo”.
De hecho fue la elección de medio término en que la diferencia entre el primero y el segundo, en términos porcentuales, fue más exigua. Desde 1983 hasta este lunes, el oficialismo local perdió las elecciones de medio término en siete de las nueve oportunidades que se realizaron, y Cáffaro las perdió todas… sin embargo ninguna de manera tan cercana como la del domingo.
¿Dónde estuvo la clave? Lo decíamos tras las PASO (https://principedelmanicomio.wordpress.com/2021/09/13/pasaron-las-paso/), “si Juntos logra retener el caudal de votos que obtuvo actualmente, el Concejo Deliberante quedaría en igualdad de representantes entre los oficialismos y las oposiciones, lo cual abriría una nueva época en Zárate”. Esto no ocurrió, juntos pasó del 44,32 por ciento de los votos en las PASO al 40,39 por ciento en las Generales.
El porcentual de participación electoral creció del 67,9 por ciento en las PASO al 72,8 por ciento en las elecciones del domingo, y allí también hay una clave para entender los resultados. Mientras Juntos perdió el 8,9 por ciento del porcentual de votos frente a las PASO, el Frente de Todos creció un 9,8 por ciento en su participación del caudal electoral.
Esto demuestra que las hipótesis que manejáramos en las PASO eran acertadas, la falta de una interna en el frente oficialista volcó a parte de sus electores a participar de la interna del principal frente opositor, pese al incremento de electores, Juntos perdió, en términos porcentuales, votantes.
Sin embargo, pese al importante incremento porcentual de la participación en el total de votos del Frente de Todos, no alcanzó para alzarse con el triunfo. Si fue suficiente para no perder la mayoría en el Concejo Deliberante, pero no para triunfar. Como en casi todas las elecciones de medio término en Zárate, el oficialismo cae derrotado producto de la falta de construcción de proyectos colectivos y el excesivo personalismo del Ejecutivo local.
Creció el caudal de votos del oficialismo y también creció el de la derecha liberal y la izquierda, quienes pasaron del 6,34 por ciento y el 4,40 por ciento, al 8,40 por ciento y el 6,04 por ciento respectivamente. Sin embargo, las terceras opciones siguen sin poder hacer pie en Zarate, ya que el reparto de ediles será exclusivo entre Juntos y el Frente de Todos.
La coalición opositora ponía en juego cuatro bancas, dos del PRO y dos del Radicalismo, los números provisorios indican que ganaría una banca extra e ingresarían cinco concejales, abriendo la posibilidad a que la UCR no pierda todo lo que ponía en juego, y que el PRO refuerza su mayoría hacia el interior del bloque opositor.
Por el oficialismo, si bien pierden una de las seis bancas que renovaban, al sumar las que habían obtenido Nuevo Zárate, Unidad Ciudadana y 1 País, logran retener la mayoría en el Concejo Deliberante, que ahora quedará con once bancas para el oficialismo y nueve para la oposición.
Resta hacer el análisis pormenorizado de las elecciones, pero en política no siempre dos más dos son cuatro… y no todos quienes son derrotados, pierden. Juntos triunfó, pero lejos estuvo de lograr la performance que auguraban, y de hecho no lograron siquiera repetir lo logrado en las PASO.
El Frente de Todos perdió, pero logró que su poder no se debilitara por demás, aunque hay un fuerte llamado de atención porque, en estas elecciones generales, no gozaron del respaldo ciudadano que supieron conseguir. Sin embargo queda claro que la figura de Cáffaro se fortalece, pese a todo y a todos. En definitiva, como dijera Alfonso Guerra, “nunca una victoria fue tan amarga y una derrota tan dulce”.