El Concejo Deliberante de Zárate volvió a reunirse este martes, después de 39 días, y los vecinos no pueden saber qué se discutió. El Orden del Día no está disponible junto a la nota que avisa de la realización del encuentro, publicada el mismo día de la sesión, la realización del encuentro.
Tampoco están disponibles los textos de los proyectos ingresados, donde el último disponible es el Expediente 227/21 de 15 de octubre de 2021. Y por si fuera poco, la concejal María Elena Gallea, al momento de expresar la oposición de su bloque a una serie de proyectos remitidos por el Ejecutivo para su discusión, afirma que se van a oponer porque “las comisiones no se han estado reuniendo, si bien fue por un acuerdo por el tema de las elecciones”, y en su opinión, la temática a tratar requería mayor estudio y análisis.
Mal podríamos opinar respecto al fondo de la cuestión, ya que como dijimos los proyectos no están a disposición de la ciudadanía, pero sí debemos hablar de lo que Gallea dijo como al pasar, pero que no puede tomarse así a la ligera.
La concejal reconoció que hubo un acuerdo de los miembros del Concejo Deliberante para no trabajar en comisiones, ni en sesiones durante el mes previo a las elecciones y una semana después de las mismas, que en realidad fue un poco más de tiempo, previo a las elecciones. ¿Habrán devuelto el dinero que los vecinos le pagamos por trabajar durante este tiempo o estafaron a los zarateños? Porque cuando no se trabaja no se debería cobrar, salvo enfermedad o vacaciones.
¿En qué trabajo, sea por la razón que fuere, uno puede dejar de trabajar un mes sin pedir licencia y cobrar como si hubiese estado trabajando? Es cierto que el trabajo de los concejales, como pretenderán defender la situación algunos, no se reduce a las reuniones de comisión o los plenos, pero no puede entenderse sin ellos, si no, no es más que militancia política. Lo que no sabíamos es que el Estado municipal les pagó a veinte vecinos durante un mes para que hagan militancia política rentada. Y ni siquiera se ponen colorados al reconocerlo.
De por si el trabajo de concejal es muy particular, puesto que, por ejemplo, a la mayoría de quienes actualmente integran el Concejo Deliberante de Zárate, no les impide seguir adelante con sus labores previas, por lo que el tiempo que le dedican a la representación pública no es total aunque cobran como tal, puesto que el sueldo no varía en función de la dedicación ni, mucho menos, de acuerdo a la productividad. Porque no solo que trabajan en paralelo a su rol de concejal sino que, además, reciben el sueldo mensual trabajen o no, lo hagan bien o mal, y por el período mínimo asegurado de cuatro años.
No hay trabajo a tiempo fijo que, entre empleador y empleado, se establezca por un período de cuatro años sin importar qué ocurra en medio. El ser concejal sí tiene esta posibilidad, porque aunque uno sea el peor concejal de la historia de Zárate, aunque le dedique poco y nada de tiempo porque sigue atendiendo su negocio o desarrollando su profesión liberal, aunque la mayoría de sus votantes ya no quiera que sea su representante, aunque no concurra a cumplir con sus obligaciones (como ya pasó), el contrato es fijo por cuatro años y reciben el sueldo por ese tiempo.
Nadie rinde cuentas de sus actos. Nadie da la cara por lo que hace…ni por lo que no hace. Y si uno pretende participar de la sesión para poder recabar información de primera mano, los protocolos contra el Covid-19 lo impiden, aunque en la filmación se vea que no estaban solo los concejales y las autoridades del Concejo en la sesión.
Y si uno pretende seguir la sesión a través del streaming, no puede hacerlo, porque la transmisión se corta, se publican parcialidades y no cuenta en con la información como para poder hacer un seguimiento serio. Baste como ejemplo citar que al inicio de la sesión, la concejal Paola Caputo pidió la incorporación de algunos proyectos por fuera del Orden del Día de los que dio solamente su número, lo cual impide que el vecino que sigue la sesión por la página web pueda entender qué temas discuten sus representantes.
En definitiva, trabajan mal y poco, y lo poco que hacen además de hacerlo mal lo embrollan de tal manera para que sea solo inteligible para quienes son parte del show deliberativo.
Y lo que aprueban es lo que el intendente Osvaldo Cáffaro quiere que aprueben, entonces los concejales del oficialismo salen a la arena a hacer lo que el dueño del circo les exige que hagan… y los concejales de la oposición, meros espectadores de lujo, se quedan sentaditos obedientes haciéndoles la claque.
¿Tendrán la honestidad de cambiar de actitud a futuro?
¿Tendrán la honradez de devolver el dinero recibido por un trabajo no realizado?
El pueblo sigue esperando…
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