Por Eduardo Rivas

Tiempo atrás contábamos en una nota: “Corría el año 1993 y por fin llegaba un gran momento en mi vida, iba a votar por primera vez. Para quien siempre se sintió atraído por la política, desde un tiempo atrás, militaba orgánicamente en la Unión Cívica Radical y había empezado a estudiar Ciencia Política, era un momento de euforia, bien podríamos decir que, así como a algunos le generaba éxtasis las cajas de metal que se llenan de dólares, a mí me lo generaba las cajas de cartón que se llenan con votos”.

Por aquel entonces militaba en la Juventud Radical y nuestro candidato a primer diputado nacional era Federico Storani, quien se enfrentaba a Alberto Pierri, quien encabezaba la lista por el peronismo.

Aprovechando el clima que había generado entre los jóvenes el estreno de la película Tango Feroz, desde la Juventud Radical encaramos la campaña con una frase de la película: “No todo se compra, no todo se vende”.

En términos personales, y a mi juicio como sociedad también, el golpe fue duro. El peronismo ganó por 23 puntos de diferencia sobre el radicalismo y, por si fuera poco, en tercer lugar y habiendo logrado ingresar legisladores a la Cámara de Diputados, finalizó el golpista y antidemocrático Movimiento por la Dignidad y la Independencia, con Aldo Rico a la cabeza.

Muchos fueron los aprendizajes de esas elecciones, pero hay uno que, aunque con un razonamiento lineal y poco ortodoxo, fue el más concreto en mis juveniles 18 años, si nosotros decíamos que ‘no todo se compra, no todo se vende” y perdimos por 23 puntos, significa que para la mayoría de la sociedad todo se compra y todo se vende.

Con el paso del tiempo fui matizando esta apreciación, pero solo un poco. Sigo convencido que para gran parte de la sociedad casi todo se compra y se vende, y la diferencia es que faltan financistas, como dijera Ricardo Darín en la película Nueve Reinas.

Pasó más de un año desde aquella nota y una vez más, la realidad expone que, para muchos todo tiene precio… porque no tienen valores.

En julio del año pasado nos enteramos, tras las denuncias realizadas por el doctor Puthod respecto a que los CEDA´s no estaban habilitados por la Provincia de Buenos Aires, por boca de la entonces secretaria de Salud municipal Rosana Núñez, que sí estaban habilitados; sin embargo, nos preguntábamos “si están habilitados los CEDA’s, ¿Por qué se están aislando pacientes en La Posada de Fran? ¿Dicho hotel está habilitado como Centro de Aislamiento? ¿Se están siguiendo los protocolos correspondientes? ¿Qué tienen para decir los concejales que aceptaron ser parte del circo y se sumaron al paseo con visita guiada por los CEDA’s que ofreció la secretaria? ¿Conocen la realidad zarateña? Si la conocen, ¿Por qué no la denunciaron? Si no la conocen, ¿La denunciarán a partir de tomar conocimiento o seguirán siendo parte del show?”.

Como era de esperar nadie preguntó nada, y nadie respondió nada, tan solo algún comentario al pasar respecto al compromiso ciudadano de los propietarios de “La Posada de Fran” de haber puesto a disposición del municipio su propiedad, en caso de ser necesario hasta que en la apertura del período de sesiones ordinarias del Concejo Deliberante, el pasado 3 de marzo, el intendente afirmara en su discurso que “gracias a un vecino solidario, propietario de un Hotel, se pudo crear un CEDA para casos en espera de resultados de hisopados que funcionó en el Hotel La Posada de Fran”. Lo que no dijo el intendente entonces es que, para algunos, la solidaridad tiene un precio. Que para algunos todo se compra y todo se vende, por ejemplo, la solidaridad expresada por nuestro intendente.

El intendente Osvaldo Cáffaro no contó acerca de la firma del decreto 501 del 31 de agosto de 2020, junto a Matías “Sobreprecios” Enz, para “la utilización de dicho establecimiento en lo que sea necesario e imprescindible para el alojamiento y manejo de casos sospechosos de Covid-19, a los fines de facilitar el aislamiento máximo, agilizar el proceso diagnóstico, y de ser necesario, recibir cuidados domiciliarios mínimos”. En este mismo decreto se expuso públicamente que se había “celebrado un contrato de permiso de uso a titulo precario entre la Municipalidad y el señor Francisco Alberto Orsi, titular del establecimiento LA POSADA DE FRAN S.R.L., sito en Av. Antártida Argentina 6600 de la ciudad de Zárate”. Es decir, ya se le daba marco formal y legal a la solidaridad.

Solidaridad curiosa, por cierto, porque el vecino la ponía a disposición del municipio cuando no la podía utilizar de otra manera dada la normativa dictada por el Poder Ejecutivo Nacional respecto al Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio. Es decir, lo que les daba a los vecinos de Zárate eran las sobras… aunque justo es decir que hubo otros que no dieron ni eso. Como dijera Rodríguez, “que fácil es suspirar ante el gesto del hombre que cumple un deber, y regalarle ropitas a la pobrecita hija del chofer…”.

El mismo decreto ponía precio a la solidaridad de Orsi. En el artículo 1 se disponía el pago de un “canon mensual de 104.000,00 pesos, IVA incluido, en concepto de asistencia por gastos operativos, en el marco de los Programas creados por el municipio para hacer frente a pandemia del Coronavirus - Covid-19, al Sr. FRANCISCO ALBERTO ORSI, DNI N° 4.742.624, con domicilio en calle Dorrego N° 1030 de la ciudad de Zárate, titular del establecimiento LA POSADA DE FRAN S.R.L., CUIT N" 30-71557433-7, sito en Av. Antártida Argentina 6600 de la ciudad de Zarate, por el término de seis (6) meses a partir del primero 1° de junio de 2020”. Es decir, transcurrido la mitad del período pactado, se le daba formalidad al acto y, obviamente, sin exhibir el “contrato de permiso de uso a titulo precario entre la Municipalidad y el Sr. FRANCISCO ALBERTO ORSI”.

Como le dijera doña Ángela a Juanito, porque no solo le dijo que hay que cuidarse de las malas compañías, no hay que confundir valor y precio.