Por Eduardo Rivas
Días atrás, el Presidente de la República Alberto Fernández, afirmó que Córdoba “es un terreno hostil, pero sé también que hace falta de muchos cordobeses y muchas cordobesas como ustedes para que Córdoba de una vez por todas se integre al país. Para que Córdoba de una vez y para siempre sea parte de la Argentina. Y no esta necesidad de siempre parecer algo distinto”. Haciendo el paralelismo, y el reduccionismo, los dirigentes “opositores” locales bien podrían plantear algo similar respecto a Lima.
Dice el conocimiento popular que “Lima es peronista”, e históricamente se afirmaba que el circuito electoral 1021, del que Lima es el principal proveedor de electores, era quien decidía las elecciones, en parte porque era donde había mayor diferencia en cantidad de votos entre los contendientes y en parte porque como geográficamente se encuentra apartada de la cabecera del Partido eran los datos que se incorporaban en último turno al conteo general.
Pero veamos qué ocurrió el pasado domingo, porque las cosas no siempre son lo que parecen.
El circuito 1021 fue uno de los tres circuitos electorales, de los diez en que se divide el Partido de Zárate, donde el oficialismo triunfó. Y fue donde lo hizo por mayor diferencia. En Lima el frente de Todos triplicó la diferencia que ya había sacado en las PASO y la elevó a los 12,4 puntos porcentuales.
Pero sin embargo, no tuvo incidencia en el reparto de bancas. Si se excluye el circuito 1021, el reparto de escaños en el Concejo Deliberante zarateño hubiera sido el mismo; pero si hacemos el ejercicio intelectual de imaginar un reparto de ediles en un hipotético municipio de Lima con los resultados del domingo pasado, le hubieran correspondido ocho bancas al frente de Todos y cuatro a Juntos.
El artículo 2 de la Ley Orgánica de Municipalidades establece la cantidad de concejales que tiene cada distrito, y considerando la población actual de lo que podría constituir el municipio de Lima, encuadraría en el ejemplo de aquellos municipios que tienen “más de diez mil (10.000) a veinte mil (20.000) habitantes elegirán doce (12) Concejales”, y al tratarse de la primera elección se elegiría la totalidad del Cuerpo.
En consecuencia, no es que Lima determina la elección, porque como se ve la diferencia allí fue enorme y sin embargo el oficialismo perdió. Ello ocurre cuando una elección es pareja en Zárate, porque en Lima suele haber una diferencia sustancial en favor del peronismo.
Los resultados del pasado domingo demuestran que, en esta elección, Zárate condicionó a Lima, ya hemos visto como varía el reparto de escaños si se toma como universo el total del Distrito o tan solo el circuito al que Lima provee más votantes. Se entiende entonces una de las razones por las cuales algunos limeños piden su autonomía.
¿Cuál es la apuesta política de los no peronistas entonces? ¿Acompañar la propuesta de la autonomía o no?
Hasta el momento los representantes de Juntos lo han hecho.
¿Qué hacer entonces? ¿Acompañar el deseo de los vecinos u oponerse por ser contrario a sus intereses sectoriales? No hay que responder precipitadamente… todo partido político representa a un sector de la sociedad, la clave es asumir esa realidad, saber defenderla y poder sostener esa defensa. ¿Juntos seguirá apoyando la autonomía de Lima aunque esto signifique un municipio peronista más? Esta disyuntiva no es nueva, se presentó en todas y cada una de las oportunidades en que se dividieron distritos en la Provincia de Buenos Aires.
Y esta realidad también es observable en el Concejo Deliberante que, si bien todos comentan que quedó en paridad de diez, nosotros entendemos que es en paridad de uno. ¿Qué haría Lorena Bustos, por ejemplo, si el oficialismo le ofrece impulsar una serie de acciones en Lima a cambio del voto a Presidente del Concejo Deliberante para algún candidato oficial? ¿Se negará para ser fiel a ella y el sector minoritario que representa, o lo validará porque es lo que hará bien a la mayor cantidad de vecinos limeños? Si ese fuera el camino a explorar, difícil toma de decisión. Realidad que se puede exponer ante cualquiera, solo que el oficialismo tiene mucho más para ofrecer.
Pero volviendo a Lima, resta intentar entender por qué tiene un voto tan diferenciado respecto al resto del distrito. Si los problemas son similares, y en algunos casos exacerbados. Si reciben el mismo ninguneo de la gestión y quienes están a cargo de ella. Si algunas de las realidades nefastas que comienzan a vivir varios zarateños, los limeños las viven desde hace años. Si en Lima falta agua. Si en Lima sobra inseguridad. Si en Lima hacen negociados anunciando la pavimentación de caminos pavimentados. Si en Lima hacen negociados diciendo que van a hacer, y para ello licitan dos veces la misma obra. ¿Por qué los limeños votan a quienes hacen que esa realidad sea tan real?
¿Será una versión local de aquel “fenómeno paradójico en el cual la víctima desarrolla un vínculo positivo hacia su captor como respuesta al trauma del cautiverio, lo cual ha sido observado en diferentes casos, tales como secuestros, esclavitud, abuso sexual, violencia de pareja, miembros de cultos, actos terroristas, prisioneros de guerra, etcétera”, que bien podríamos denominar el “Síndrome de Lima”?
¿Será por las propuestas de un futuro mejor y nuclear? A quienes lo crean habrá que recordarle las palabras de Don Inodoro a su perro amigo cuando le decía “difícil pensar en el futuro cuando el presente está tan presente, Mendieta”.
¿Será que quienes desde la oposición deben ofrecer a los vecinos una propuesta alternativa que los convenza no están convencidos de lo que hacen ni de lo que no hacen? Porque queda claro que, siguiendo las palabras de Fernández, para los no peronistas Lima “es un territorio hostil”.
Lo curioso es que el futuro de Lima lo tienen que decidir no solo quienes viven en Lima, y muchos de ellos piensan de manera muy diferente a quienes creen tener la limeñidad al palo.