A estas alturas, ya se puede afirmar que el Boca de Diego Martínez es más peligroso cuando va perdiendo, que cuando empieza arriba en el marcador. Lo sucedido en el partido de este domingo, por la segunda fecha del torneo local, frente a Central Córdoba, es una muestra cabal de la peculiar cualidad del Xeneize para remontar resultados adversos.
Y es que Boca, una vez más, salió dormido a jugar el primer tiempo, y con una defensa que hizo agua por todos lados. El equipo santiagueño, en condición de local, no perdonó los pifies que cometió el club que preside Juan Román Riquelme y desde el inicio, lo madrugó con un instantáneo gol de Rodrigo Atencio, en el que tuvo gran responsabilidad el arquero Sergio “Chiquito” Romero.
No es la primera vez que Boca empieza un partido perdiendo desde los minutos iniciales, algo que ocurre constantemente y que, sin embargo, rara vez es un anticipo de que el rival va a ganar. De hecho, es más probable que a Boca se le escape de las manos un partido que empezó ganando, y no que no pueda dar vuelta un tropiezo inicial en el marcador.
Esta vez, sin embargo, todo el primer tiempo de Boca fue un festival de errores, desaciertos y falta de precisión, lo que llevó a que, por más ímpetu que mostrara el 11 azul y oro, no consiguió embocar la pelota en los tres palos de Central, y terminó ocurriendo lo contrario: tras otra grave desatención del fondo xeneize en una pelota parada, el conjunto local estiró la ventaja a 2 a 0 sobre el final de la primera mitad del partido, de la mano de Mateo Sanabria.
Boca se fue al vestuario con un 2 a 0 abajo, y esta vez la habitual remontada parecía lejana y poco probable. No obstante, el equipo de Martínez salió a la cancha con el chip cambiado para jugar el complemento, y de inmediato las cosas comenzaron a cambiar en favor del visitante.
El descuento, a pocos minutos del pitazo inicial, llegó de la mano de Equi Fernández, quien se mandó un jugadón: pisó el área entre dos rivales, tiró una pared con Kevin Zenón que se la devolvió de taco, y definió con calidad para marcar el 2 a 1.
Boca, con el empate al alcance de la mano, fue por más. Aparecería entonces Miguel Merentiel, para robar una pelota que no alcanzó a rechazar del todo bien la defensa de Central, y encarar hacia el arco con fuerza y genio. La “Bestia” apagó a patear pero enganchó, el arquero mordió el anzuelo y se fue al piso, y el goleador pudo definir con el arco libre.
Si el descuento lo había envalentonado, Boca ya olía sangre con el 2 a 2, y se fue al humo para terminar de concretar la remontada. Sería otra vez Merentiel, quien demostró una vez más su capacidad de generarse sus propias chances de gol, quien puso en ventaja al Xeneize: el uruguayo recibió a unos pasos de la derecha del área, enganchó, se buscó el ángulo, y sacó un zapatazo inatajable para anotar su doblete personal y el 3 a 2 de Boca.
El uruguayo estaba “on fire”, y ya sobre el alargue, estuvo a punto de completar el hat-trick con una jugada que hubiera sido uno de los goles más lindos del campeonato si lo pudiera haber concretado él mismo: a fuerza de garra y corazón, picó desde atrás de mitad de cancha para pasar a la defensa y recorrer el campo hasta llegar al área rival con la pelota bajo su control. Una vez en la zona de peligro, sacó a pasear al último defensor que quedaba, y definió de forma exquisita por encima del arquero.
El travesaño impidió que fuera golazo de Merentiel, pero atrás venía Equi Fernández, que se jugó la vida para terminar de coronar su actuación 5 estrellas, y se quedó con el rebote, dándole el último empujón al esférico para que cruzara la línea y asegurar el 4 a 2 para Boca.
Fue un partido insólito desde los números, cargado de emociones, y que llevó al extremo a la capacidad de Boca para readaptarse y cambiar la cara cuando las cosas no le salen bien. Diego Martínez paró un 11 inicial flojo de papeles y muy desarmado, pero se redimió en el segundo tiempo y se las arregló para rearmar al conjunto de la mejor forma posible.
De este modo, Boca se quedo con 3 puntos que le vienen como anillo al dedo para no quedarse atrás en la pelea por el campeonato.
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