Este lunes, Brasil debutó en la Copa América frente a Costa Rica, y contra todo pronóstico, aunque plasmó una diferencia gigantesca en el campo de juego, el equipo “carioca” no pudo romper la meticulosa y prolija defensa que presentaron los “ticos” para blindar su arco, una marca registrada del argentino Gustavo Alfaro, actual DT del conjunto caribeño.
Ante la mirada cada vez más exasperada de Neymar, quien observaba desde las tribunas y se agarraba la cabeza cada vez que Brasil se perdía un gol, la “Verdeamarela” se llevó puesto a sus rivales en el juego sobre el césped, denotando una diferencia de jerarquía, calidad y sobre todo experiencia (Costa Rica tiene el plantel más joven de la copa) entre los jugadores que se podía observar a simple vista.
Como no van a empatar si eran Alfarinho vs Alfaro 😂 pic.twitter.com/bHCBsjpocP
— Diego Guthrie (@DiegoGuthrie) June 25, 2024
El dominio de Brasil fue prácticamente absoluto. En el primer tiempo capitalizó constantemente la tenencia de la pelota y llegó por todos los medios y desde todos los ángulos al arco rival. No obstante, siempre faltó el último empujón. En este sentido, la defensa costarricense fue prácticamente impecable, marcando en tándem, cerrando espacios, y cortando el juego con inteligencia y buen criterio, sin recurrir a faltas que pudieran romper el orden del partido.
Aunque el conjunto de camiseta amarilla tuvo incontables situaciones, entre el arquero y la sólida tarea de los defensores lograron evitar el gol. También la suerte y el VAR ayudaron, al anular un gol de Marquinhos a causa de un offside prácticamente indistinguible para el ojo humano. Más tarde, el árbitro no sancionó una mano del defensor tico Juan Pablo Vargas dentro del área, entendiendo que se trató de un contacto inevitable e inintencional.
Pero más allá del manejo prácticamente constante de la pelota, a Brasil le faltó rebeldía y creatividad para cumplir con las expectativas, y a Costa Rica le sobró corazón y orgullo para romper los pronósticos.
Incluso, en el segundo tiempo se vivió un momento insólito protagonizado por las tribunas. En el complemento, Alfaro ordenó a sus hombres que intentaran jugar más y generar un poco más de peligro para evitar la llegada constante de Brasil, algo con lo que intentaron cumplir. De este modo, llegó una secuencia de otro partido: tras una recuperación, los jugadores ticos movieron la pelota a lo largo y ancho de la cancha con paces precisos sin que Brasil se la pudiera quitar, y la hinchada, eufórica, comenzó a corear el clásico y burlón “ole, ole”.
Durante los pocos momentos en que pudo tener la pelota, Costa Rica obtuvo alguna que otra chance de atacar el arco brasileño por medio de pelotas paradas, pero no se notó demasiada convicción ni ímpetu para soñar con ganar el encuentro. Finalmente, el premio para el equipo de Alfaro fue mantener la igualdad en 0, y llevarse un punto que puede resultar crucial para clasificarse a la siguiente fase del torneo.