Talleres de Córdoba quedó a un paso de la gloria este miércoles al vencer por 1 a 0 a Banfield y clasificarse a la final de la Copa Argentina, que se jugará el domingo en el estadio Malvinas Argentinas de Mendoza.
El equipo de Javier Gandolfi fue superado por buena parte del encuentro, pero aprovechó al máximo un grosero error del fondo banfileño. A los 78 minutos, el central Alejandro Maciel fue a rechazar una pelota contra la banda y le pifió para sorpresa de propios y extraños. Al único que no agarró desprevenido fue al uruguayo Michael Santos, quien encaró hacia el arco y sacó el remate que terminó definiendo la historia.
Para colmo del Taladro, el disparo de Santos no parecía tener destino de arco, pero se desvió en el arquero de Facundo Cambeses cuando el uno intentaba hacer su trabajo. La reacción del DT Javier Sanguinetti, llevándose las manos a la boca, resumió a la perfección lo que habrá sentido los hinchas del club bonaerense tras el blooper del defensor cuyo pase encima pertenece a Talleres (llegó a Banfield a préstamo en enero y vuelve a Córdoba a fin de año).
Aquella fue casi que la única situación clara de peligro que tuvo Talleres, que sobrevivió en la primera parte -cuando Banfield fue más incisivo- gracias a la mala puntería de la dupla de ataque del Taladro y la sólida actuación del arquero Alan Aguerre, quien volvió a ocupar el lugar de Guido Herrera como viene haciendo la T en la Copa Argentina.
Talleres espera por el vencedor del enfrentamiento desde esta noche, desde las 21:30, entre Patronato y Boca para conocer al otro finalista.
El conjunto cordobés está viviendo un gran momento de la mano de Javier Gandolfi, quien asumió la conducción del equipo tras la salida del portugués Pedro Caixinha, post eliminación en cuartos de final de Copa Libertadores y una muy mala campaña en la Liga. Con Gandolfi como DT, la T suma ocho triunfos, tres empates y tres caídas.
Por el lado de Banfield, se terminó un sueño que venía complicado por la no tan lejana salida de Claudio Vivas del puesto de técnico. Este fue apenas el cuarto partido de Sanguinetti desde su regreso al Taladro.