En la estación de transbordo de Moreno, siguen las preocupaciones y malestares de los vecinos. Aquel regaló Néstor Kirchner a Mariano West, quedó chico en la época en la que este último era intendente.
Aquella, mole de cemento divide a la ciudad en dos, y es visible desde lejos, pero quedó corta en cuanto a la recepción de pasajeros provenientes del tren Sarmiento, con respecto a los lugares de aparcamiento de los coches de las diferentes líneas.
La planta baja del lugar, cuenta con locales habilitados para la venta de comida y actualmente, el lugar es un "depósito" de los cientos de vendedores ambulantes que se encuentran entre las filas de pasajeros.
Parece ser que bromatología municipal no pasa nunca por allí. Claro, no quiere "tocar" los negocios de otro pesado del municipio, por ejemplo Bonano, uno de los tantos financistas de West, que sobreviviera a otros gobiernos y mantiene el control de la planta alta, y del estacionamiento irregular que yace a un costado del ferrocarril.
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