Por Gustavo Ladelfa, especial para Buenos Aires Ahora
Solo una ciudad del nivel de alquimia de Moreno, podía haber caído en las garras de un grupo piquetero. Hasta aquí se venían mostrando condescendientes con la “clase media”, los que son de ostentar retratos del Che Guevara, dejaban traslucir su veta capitalista. Hoy tienen como mascaron de proa las 250 industrias que se instalaron en el distrito, las tres asflalteras y las megaobras (ninguna concluida).
Pero llegó la apertura de sesiones del HCD del último año del periodo 19/23, con muy bajas chances de repetir y mostraron la hilacha. El galpón del Parque industrial a donde llevaron el show, se abarrotó de “cooperativistas” cautivos; el lugar desbordaba de tacuaras y trapos, como en épocas anteriores.
Todo transcurría en forma tranquila, hasta que la intendenta tomó la palabra y luego de la proyección de un video propagandístico, comenzó a agredir a la oposición; alzando la voz con ese tono patológico emocional, tan característico en Mariel Fernández.
Gritaba hasta el límite del llorisqueo, sin darse cuenta que el micrófono inalámbrico que portaba, entre cortaba sus palabras, por tanto, no se escuchaba con claridad; ni en el recinto ni en la salida de streaming.
La acción originó una primera salida de Concejales opositores del lugar, algunos de ellos como Giselle Agostinelli, acercándose al estrado la enfrentó de pie y mirándola a los ojos; otros como Julián Cigna y Demian Naya tiraron sobre el tapete, el dossier con la gestión de gobierno que tan prolijamente les habían dejado sobre los escritorios.
Todo concluía en un gran bochorno, la intención de emboscar a la oposición había salido mal.
Como no podía ser de otra manera la disputa continuó dentro del recinto del HCD. Inició el escarceo, Josefina Díaz Ciarlo, otra de las desequilibradas emocionales del oficialismo, que con voz impostada y nerviosa pidió la palabra para exigirles a los concejales opositores, unas disculpas por el intento de agresión a la señora intendenta.
Se sumaron las punteras barriales Pérez y Alderete, que en media lengua intentaban reafirmar las dichos de Ciarlo. Lamentablemente, la pobre formación intelectual y el débil léxico de las señoras concejales, no dejaban entender con claridad lo que intentaban expresar.
Concluyó el acting la presidente del concejo Araceli Bellota, que aseguró frenar unos de los libracos arrojados al atrio, con su dedo meñique, antes que impactará sobre el cuerpo de Fernández. Las imágenes del acontecimiento obviamente mostraban otra cosa.
Concluyendo, para exigir respeto hay que mostrar respeto, cuestión que solo aprehenden los que fueron educados en el seno de la consideración y la deferencia hacia el otro, y no sobre la sumisión y la reverencia; y este no sería el caso.
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