"Implosión", segunda ficción de Javier Van de Couter, y estreno de este jueves por Cine.ar, retoma la tragedia de la denominada "Masacre de Carmen de Patagones" con dos de sus sobrevivientes, quienes deciden viajar hasta La Plata 15 años más tarde para enfrentar al tirador, en un camino que los encuentra más en la introspección que en la búsquedas de respuestas externas.
"En el transcurso de la película, el objetivo, que era muy claro, se va difuminando un poco. Me pasó como director y guionista, a medida que me metía más en los personajes, necesitaba perderme con ellos. Lo que pasa en el viaje es lo que pasa en la vida. Cuando uno se dispersa, empiezan a aparecer nuevas emociones. Al igual que a los chicos, mi búsqueda se fue volviendo hacia adentro", explicó a Télam el realizador.
"Los chicos", como dijo Van de Couter, son Rodrigo Torres y Pablo Saldías, dos de los sobrevivientes del tiroteo en el que el adolescente Rafael Juniors Solich mató a tres de sus compañeros e hirió a otros cinco ni bien ingresó al aula del Instituto nro. 202 "Islas Malvinas" en la mañana del 28 de septiembre de 2004.
El director de "Mía" (2011) nació en Patagones y, shockeado por la masacre, siempre supo que iba a hacer algo sobre el hecho. Pero lo que en un comienzo sería un documental, género que no entra -según sus palabras- en su registro, eligió a los dos sobrevivientes para protagonizar un filme en donde la realidad y la ficción se confunden constantemente.
"Me había interpelado cómo sucedió algo así en el mismo pueblo en el que yo fui adolescente. Pero no estaba preparado para ese trabajo. Yo no quería enfocarme en el hecho, sino hacer un retrato de un pueblo. A medida que crecía el vínculo con Pablo y Rodrigo surgía la idea de que fueran los protagonistas, aunque al comienzo se resistieron un poco. La peli se construyó en varias etapas de rodaje", señaló.
Así, junto a la coguionista Anahí Berneri, Van de Couter imaginó este viaje desde Patagones a La Plata para encontrar a Juniors, sin saber muy bien qué harán cuando lo encuentren. Ambos van con una escopeta, pero sin olvidar que, como lo dice uno de los personajes, "el chabón también tenía 15 años".
"El proceso fue muy largo, de cinco años. Y fue un proceso actoral, y si bien partimos de ellos mismos, con sus marcas, interpretaron a personajes al servicio de un relato y su tensión. La primera etapa fueron muchas conversaciones y charlar sobre lo que les pasaba en ese momento de sus vidas. Estaban acostumbrados a responder preguntas de adolescentes, muy duras, y esto era como reencontrarse con esas preguntas, pero siendo adultos", dijo el realizador.
En ese viaje, como disparador y cable a tierra a la vez, Pablo y Rodrigo se cruzan con un grupo de adolescentes que, con su ímpetu y torpezas, intentan ayudarlos en la búsqueda, a la par que los invitan a fiestas donde la libertad de aquellos años dorados se vive a flor de piel.
Algunos actores parte activa de la historia
Algunos actores parte activa de la historia
"La conexión con los adolescentes tenía varios objetivos. Uno era poder volver a la adolescencia interrumpida porque estaban en recuperación; funciona un poco como espejo. Y por otro lado tiene un objetivo más de guion, que es la tensión en la búsqueda, que propone cierta torpeza y peligrosidad. Esas son las dos posibilidades. Por un lado entorpece la búsqueda y, por el otro, revive una adolescencia que les fue truncada", comentó Van de Couter.
Télam: ¿Cómo fue encarar una película donde los actores fueron parte activa de la historia, pero que, como intérpretes, se deben al guion?
Javier Van de Couter: Muchas veces nos preguntamos para quién era la película. Si para ellos, para otras personas o para crear un diálogo con lo ocurrido. Esa respuesta se está empezando a responder ahora, con el público. Las preguntas que les vienen haciendo desde hace 17 años, difíciles de responder, van dirigidas con otra empatía. Eso ayuda para que ellos puedan fusionar ambas cosas. Filmar con ellos y que vengan a Buenos Aires, con ensayos actorales o salir de pesca con la cámara, permitía fusionar los hechos, siempre pensando en que una película es una entrega hacia otra personas.
T: ¿Por qué te interesó retomar la masacre, pero desde cómo están algunas de las víctimas hoy?
JVC: Creo que si bien nosotros no hacemos una revisión, como si se tratase de un documental, tiene sí una antesala que orienta, con el material de YouTube, que conduce a la ficción en la que se convierte la propuesta. Esa es una manera de hacer revisión, aunque quizá no tan directa. Acá decidimos que el punto de vista sea el de ellos desde la actualidad. Por eso es que a través de la ficción, creo que es una manera de volver al caso.
T: ¿Y cómo fue para ellos representarse a ellos mismos, pero a través de personajes ficcionados?
JVC: Lo que les interesó de la propuesta fue el enfoque diferente, que les permitía algo lúdico. Les permitía lidiar desde el juego y el arte. No estaba muy en claro desde el comienzo, de todas formas. Fuimos muy de a poco, con un tiempo y un pulso que marcaron ellos. La verdad es que cada vez se fueron entusiasmando más, sobre todo cuando pudieron expresar ciertas ideas que se desprendían de fantasías y que no transitarían en la vida, pero que la ficción sí se los permitía.
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