En ese país imaginario donde el kirchnerismo vive, hay un tufillo de triunfalismo que es como un placebo para quienes ven en la figura de Cristina Fernández de Kirchner a esa líder mesiánica, faraona y arquitecta egipcia que es capaz de abrir el cielo y bajar desde ahí al mismísimo Néstor Kirchner, a Juan Perón y Eva Duarte, para que los guíe al triunfo y salvación del país al que ella misma contribuyó a llevar al borde del abismo.

No sería justo que desde nuestro lugar les pincháramos el globo porque, como dice el dicho, “la esperanza es lo último que se pierde”, aunque quizás esta vez, la esperanza hasta salga primera que los K en las elecciones.

Alejados totalmente de la realidad y convencidos de que la vicepresidenta con su postulación podría ganar, el kirchnerismo vive por estas horas la falsa utopía de la “tercera estrella”, el tercer mandato de una mujer que está condenada –no proscripta- por corrupción grave, y que se ha dedicado en estos últimos tres años a horadar la figura de un expresidente en ejercicio, como Alberto Fernández.

Las encuestas más optimistas ubican a CFK, en caso de postularse, segunda, pero perdiendo en una eventual segunda vuelta, y las más realistas, casi todas, ponen cómodo, tercero, al Frente de Todos, el nombre de fantasía que tienen hoy por hoy; habrá que esperar a las últimas horas, si la Señora, decide finalmente, “dar un poco más” por sus “descamisados” new age.