Es doloroso escribir estas líneas, especialmente para aquellos que hemos presenciado la grandeza del Girondins de Burdeos. Este equipo bordelés, que cuenta con seis títulos de la Ligue 1, el último ganado en la temporada 2008-09 bajo la dirección de Laurent Blanc y con jugadores como Chamakh y Gourcuff, atraviesa una crisis profunda.

Además de sus éxitos en la liga, el Girondins ostenta en su vitrina cuatro Copas de Francia, tres Copas de la Liga, tres Supercopas y una Copa Intertoto. Entre sus logros más memorables se encuentra haber llegado a la final de la Copa de la UEFA en 1995-96, aunque perdieron ante el Bayern Múnich, con un equipo liderado por Zinedine Zidane, Bixente Lizarazu y Christophe Dugarry.

No obstante, la realidad actual del Girondins es radicalmente opuesta. El club anunció que no recurrirá la decisión de la Dirección Nacional de Control de la Gestión (DNCG), aceptando así el descenso a la Tercera División debido a la incapacidad de reunir los 40 millones de euros necesarios para apelar la sanción.

Las consecuencias de esta decisión han sido inmediatas y devastadoras. El Girondins se ha declarado en quiebra y ha informado a la Federación Francesa de Fútbol (FFF) que renuncia al estatus de club profesional, un estatus que ostentaba desde 1937. Esta medida provoca la disolución automática de los contratos de todos los futbolistas y del cuerpo técnico, dirigido por Albert Riera, quienes quedan en libertad.

La situación es aún peor para la cantera del club. Según 'Sud Ouest', el centro de entrenamiento del Girondins perderá su homologación, lo que significa que todos los jugadores jóvenes también quedarán libres. A largo plazo, el club no recibirá ninguna compensación por las futuras transferencias de estos jugadores.

El panorama es desalentador y aún queda por determinar en qué categoría jugará el Girondins la próxima temporada, pudiendo ser en la Tercera División o incluso en la Cuarta. Un histórico del fútbol francés ha tocado fondo.