El desmantelamiento de los controles ambientales en Argentina está permitiendo que las empresas contaminantes operen con total impunidad. Uno de los casos más preocupantes ocurre en la localidad de Basto, donde una central termoeléctrica, proyectada sin los cuidados necesarios, se perfila como una grave amenaza para la población.
Según De Gremiales, la falta de fiscalización por parte de las autoridades ha propiciado el avance sin obstáculos de estos proyectos que destruyen el medio ambiente.
Las termoeléctricas no solo emiten aire tóxico que se extiende a más de 30 kilómetros a la redonda, sino que también extraen grandes cantidades de agua de las napas subterráneas, un recurso cada vez más escaso.
A pesar de las advertencias científicas sobre los riesgos para la salud, como enfermedades respiratorias, cardiovasculares y cáncer, las obras avanzan sin que el gobierno implemente los controles necesarios.
De Gremiales ha denunciado públicamente cómo la falta de regulación está favoreciendo a las empresas que se benefician sin cumplir con las normas mínimas de seguridad ambiental.
El impacto acústico es otra de las grandes preocupaciones. Las emisiones de sonido de la central, comparables al ruido constante de cuatro aviones despegando, afectan la calidad de vida de los vecinos, provocando estrés y trastornos del sueño. También se ha resaltado los efectos psicológicos y físicos de este tipo de contaminación en las comunidades cercanas.
Los recortes en la Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo (ACUMAR) han dejado a la población desprotegida. Este organismo, que antes fiscalizaba y sancionaba los proyectos contaminantes, ha sido debilitado por despidos masivos.
En consecuencia, las empresas operan con mayor libertad, sin temor a sanciones. La pregunta que se plantea es clara: ¿realmente estamos dispuestos a seguir sacrificando nuestra salud y nuestros recursos naturales por el beneficio de unos pocos? De Gremiales advierte que, sin un cambio urgente, la situación podría empeorar aún más.
El impacto acústico es otra de las grandes preocupaciones. Las emisiones de sonido de la central, comparables al ruido constante de cuatro aviones despegando, afectan la calidad de vida de los vecinos, provocando estrés y trastornos del sueño.
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