Maximiliano Abad pasa por un presente todopoderoso en el radicalismo provincial (PBA), portando título y lapicera, su condición de presidente del Comité de la Provincia de la UCR, además de continuar con la titularidad del Bloque de Diputados por el mismo partido, siendo la voz activa y clave en negociaciones diversas con el oficialismo y con los primos del PRO en la coalición Juntos por el Cambio.
Con los “amarillos” se viene sentando para dialogar acerca de cómo encarar la batalla del año contra el gobernador Axel Kicillof, pero no hay demasiadas novedades y todo eso genera muchas suspicacias.
Al correr de las horas se alimenta la teoría de jugar “la doble combinada”, que se fortaleció en los últimos días y es algo que al hombre de Mar del Plata ni lo perturba ni lo invita a desmentir esa especie. Es más, la estaría militando con fe y con esperanza al estilo Daniel Scioli.
Esta táctica que se le adjudica, viene señalándose desde hace tiempo y consistiría en reducir las apetencias de la UCR para sólo insertar a una mujer en la fórmula provincial para acompañar a Diego Santilli o al que sea, pero el candidato a gobernador sería alguien del PRO.
La segunda ficha, que viene muy bien guardada en la manga del propio Abad, apunta a desistir de toda otra pretensión mayor, a cambio de una pequeña presea muy dorada, que es la de acomodar a su esposa Marina Sánchez Herrero en un sillón de jueza de la Suprema Corte de Justicia bonaerense.
Eso y nada más que eso… Ni mejoras de proporciones ni ubicaciones en las listas, ni nada más. Es decir, tratar de insertar a una mujer como potencial vicegobernadora que posiblemente sea la diputada provincial Alejandra Lordén, aquella que se hizo famosa no por algún debate tipo Leandro Alem o Raúl Alfonsín, sino por promocionar el Día Provincial del Condón.
Respecto de Marina Sánchez Herrero, se sabe que fue representante en el Consejo de la Magistratura de la Nación y que actualmente es Presidenta del Concejo Deliberante en Mar del Plata, municipio que gobierna el dirigente PRO, Guillermo Montenegro.
El balneario distrito, ciudad sede de la quinta sección electoral y top five en la Provincia de Buenos Aires, es visto como muestra clave de los estilos de negociación de Abad, donde a cambio de un poroto tal vez un poco más caro que los negociados por su antecesor, Daniel Salvador, deja el camino libre a sus adversarios amarillos.
Es un secreto a voces que circula un pacto no escrito entre Abad y Montenegro mediante el cual, el primero de los nombrados jamás le presentará batalla en primarias mientras el último siga en el sillón de jefe comunal. En tal sentido, un acuerdo similar en Provincia, no sería una sorpresa.
Formado políticamente con el ex senador nacional mendocino Ernesto Sanz, Abad heredó la visión empresarial de la política y siempre negoció con mucha especulación, habilidad y sangre fría. Estas virtudes estarán seguramente potenciadas ante el cronograma electoral que se inicia y que es clave, dado que se recambian los cargos ejecutivos nacionales, provinciales y municipales.
Algo que había cambiado dentro del abanico de miradas del radicalismo, era el humor generalizado y para bien, con los resultados obtenidos en las legislativas del 2021, que pusieron al radicalismo con algún crecimiento accionario en el directorio del armado opositor.
Un 40 por ciento de los votos en las primarias de aquel entonces y la victoria en varias secciones electorales del interior y en cerca de 100 municipios, alimentó fuertemente las expectativas de concurrir con candidatos propios en las PASO que se celebren este año.
Sin embargo, y lejos de esa posibilidad, el tiempo transcurre y sus detractores internos dicen que Abad da señales de continuar la política de Salvador y es la de negociar algún puñado de cargos y mantener la cuota promedio de representación en las listas, que no superan un 15 por ciento respecto de las del PRO. Como le adjudicaron alguna vez a Daniel Salvador: “Nosotros no queremos molestar y vamos tranquilos y calladitos hasta en el asiento de atrás de un Citroen”.
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